EL MEZCAL
- Rafael Paramo
- 5 mar
- 3 Min. de lectura
México no se entiende sin el mezcal. Es más que una bebida; es historia, tradición y cultura en cada sorbo. No hay prisa al beberlo, porque tampoco la hay al hacerlo. Su elaboración es un arte transmitido de generación en generación, y hoy te cuento cómo se hace desde cero y cómo puedes disfrutarlo en una mezcalita de tamarindo escarchada con Tajín que te volará la cabeza.

El proceso artesanal del mezcal
Hacer mezcal es un trabajo de paciencia y respeto por la tierra. No se trata solo de destilar alcohol, sino de transformar el agave en algo que capture su esencia. Si bien hay una similitud enorme al tequila, hay una diferencia enorme: el tequila se hace únicamente con Agave Weber azul, mientras que el mezcal puede usar más de 30 diferentes tipos de agave diferentes, así como el lugar de producción que le da su denominación de orpigen: Oaxaca. Aquí te dejo el proceso entero:

1. El cultivo del maguey
Todo empieza con el maguey, una planta que necesita entre 7 y 15 años para alcanzar la madurez. La calidad del mezcal depende del tiempo que el maguey pase absorbiendo el sol y los minerales de la tierra, así que no hay ningún atajo.
2. Jima: la cosecha
Cuando el maguey está listo, se cortan sus hojas para dejar al descubierto la piña, que es lo que realmente nos interesa. Aquí se define gran parte del sabor del mezcal, dependiendo del tipo de agave y del terreno donde creció.
3. Cocción en hornos de piedra
Las piñas se cuecen en hornos subterráneos con leña y piedras calientes. Este proceso dura varios días y es el que le da al mezcal su característico toque ahumado.
4. Molienda y fermentación
Después de la cocción, las piñas se trituran en molinos de piedra llamados tahonas (a veces movidos por burros o caballos) y se colocan en tinas de madera para fermentar naturalmente. No hay químicos ni prisa; solo levaduras silvestres haciendo su trabajo.
5. Destilación: el alma del mezcal
El líquido fermentado pasa por alambiques de cobre o barro en un proceso de doble destilación que concentra los sabores y aromas. Dependiendo de la técnica, el mezcal puede ser suave y afrutado o intenso y terroso.

Lo más importante: el buen mezcal nunca se toma de un solo trago. Se disfruta despacio, sintiendo cada nota de su sabor. Siempre con respeto y cariño: el mezcal siempre se toma "a besitos", poco a poco, difrutando y descubriendo los sabores que se hayan en esta bebida.
Mezcalita de tamarindo con Tajín
Si te gusta el mezcal pero quieres algo más fresco y diferente, esta mezcalita es para ti. La combinación de tamarindo con limón y Tajín resalta los sabores del mezcal sin opacarlo.

Ingredientes
50 ml de mezcal
30 ml de pulpa de tamarindo natural (o concentrado sin azúcar)
20 ml de jugo de limón fresco
Hielo al gusto
Tajín para escarchar el vaso
Rodaja de limón o tamarindo para decorar
Preparación
Escarcha el vaso con Tajín: pasa un limón por el borde y luego sumérgelo en Tajín para ese toque acidito y picosito.
Mezcla los ingredientes en una coctelera con hielo: el mezcal, la pulpa de tamarindo y el jugo de limón. Agita bien.
Sirve en el vaso escarchado con más hielo.
Decora con una rodaja de limón o un tamarindo y disfruta.
El equilibrio entre el dulzor del tamarindo, la acidez del limón y el ahumado del mezcal es brutal. Esta mezcalita es perfecta para cualquier ocasión, ya sea una reunión con amigos o un momento de disfrute personal.
Recuerda: siempre con respeto y a besitos, así se disfruta un mezcal. ¡Salud!
Comments